Viajar a Marruecos diferente

La primera vez que viajé a Marruecos fue por casualidad. Acababa de terminar la carrera y me regalé a mí mismo una navegación en el Zorba, un barco de Greenpeace que formaba parte de un proyecto de educación medioambiental.

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El Zorba de Greenpeace en la isla de la Cabrera

En una conversación después de una cena en la cubierta del Zorba mirando las estrellas tripulantes y marineros comenzamos a hablar de la inmigración, de los países de procedencia de los inmigrantes y yo por mi parte comenté que pensaba que las personas procedentes de algunos países, como por ejemplo Marruecos, se integraban menos que las de otros como Rumanía. Por aquel entonces yo tenía una idea de los marroquís diametralmente opuesta a la que tengo ahora, y me parecían unas personas a las que les costaba más relacionarse con los españoles y con una manera “particular” de ver el trabajo.

 

Uno de los compañeros de navegación, el que se ocupada de la cocina, me dijo que estaba muy equivocado y que me diera una oportunidad a mí mismo para darme cuenta de que estaba equivocado haciendo un viaje a Marruecos, que visitar ese país cambiaría mi manera de ver muchas cosas del mundo.

 

La propuesta de Marruecos me dejó un poco en shock en ese momento, pero en ese instante no trascendió de un momento de pensamiento del tipo “hummmmm…”. La navegación en en el Zorba fue fantástica y cambió muchas cosas en mi interior, fue de esos viajes que limpian tu mente de tu forma de ver el mundo, que limpian tu mente de cómo crees que te ven los demás y que finalmente la limpian de cómo te ves a ti mismo, de esos viajes de los que vuelves siendo un poco mejor persona.
todos los viajes hacen cambios en tu interior, pero algunos tienen la magia de convertirte en un poco mejor persona
Cuando el viaje terminó la sugerencia de viajar a Marruecos desembarcó conmigo del Zorba, en ese momento en silencio, pero fue de esas clase de cosas que se quedan en algún lugar de tu mente y que en un momento determinado salen al exterior y te hacen ver de forma clara cuál es la decisión que debes de tomar en un determinado instante.

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Algunas cosas se quedan en tu cabeza… y cambian tu forma de ver el mundo

La idea permaneció dormida y tras un año de prácticas de empresa mal pagadas llegó el momento de las siguientes vacaciones… Ese año volvía a hacerlas con mi super tata Mabel y estábamos pensando irnos a escalar a Cerdeña. Nueve meses después del Zorba estaba en la Fnac buscando una guía de Cerdeña y pensando si podríamos tener suficiente dinero para viajar allí ya que los billetes estaban muy caros, y mirando en la estantería apareció ante mis ojos la Guía de Marruecos de la editorial Lonely Planet y en ese preciso instante volvió a mi cabeza la noche estrellada en la cubierta del Zorba, volvieron las estrellas, el salitre, los compañeros, las risas y el sonido de las olas del mar, y lo que pensé que había sido sólo un momento de pensamiento “hummmm…” me hizo tener claro que tenía que proponerle a mi tata un viaje a Marruecos.

Nuestra primera visión de Chefchaouen, la Guía Lonely Planet de Marruecos

Cuando se lo dije se quedó un poco sorprendida, ella tampoco había pensado nunca en pasar las vacaciones en ese país pero cuando le enseñé la guía que había comprado y le mostré una fotografía interior de la azulada Chefchaouen lo tuvo claro también, y comenzaron los preparativos para viajar a Marruecos.

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Viajar a Marruecos…tan cerca, tal lejos

A partir de aquí lo siguiente fue mentir como bellacos para conseguir un coche, les contamos a mis padres una metirijilla piadosa y les pedimos una berlingo vieja que usaban para el campo diciéndoles que nos íbamos a ir unos días a escalar a Andalucía, “a Cádiz, para más señas”, les contamos.

 

Y un día de Julio partimos hacia el que sería nuestro primer contacto con África, con una Guía de Lonely Planet, un mapa de carreteras de Marruecos, una berlingo hecha polvo y sin aire acondicionado, los cacharros de escalar para disimular delante de nuestros padres, 4 latas de atún, 4 de calamares, 10 paquetes de pasta liofilizada por si no nos gustaba la comida y unas ganas enormes de cruzar el estrecho, pisar África y ver si algo tan bonito como Chefchaouen podría existir… y aquí empezó nuestra pasión por Marruecos …

Llegando a Marruecos tras cruzar el estrecho en ferry
En Marruecos he aprendido el verdadero significado de la palabra hospitalidad
Después de este vinieron otros 10 viajes a Marruecos, unos 8 meses de estancia en un país maravilloso que nunca me canso de visitar… 240 días en los que he visitado sus playas, me he bañado en sus dos mares, he escalado sus montañas, he viajado por su increíble desierto del Sahara y en los que he conocido a personas maravillosas, corazones puros que me han hecho comprender el verdadero significado de la palabra hospitalidad y que me han hecho cambiar mi imagen de los marroquís, mi forma de ver el mundo y que me han hecho un poquito mejor persona…

 

Este es el primer post de una serie sobre Marruecos en la que hablaremos de todos esos viajes. No serán post ordenados, porque Marruecos es desordenado, y algunos de ellos quizás os resulten un poco pesados, porque cuesta no extenderse cuando se habla con pasión, y sobretodo muchos de ellos os parecerán increíbles, porque si no habéis estado allí quizás penséis que un país así no puede existir…Si no lo habéis visitado aún y tenéis una idea preconcebida de ese país os digo lo mismo que me contó a mí un cocinero loco en una noche estrellada en la cubierta del Zorba
“…date una oportunidad a ti mismo de cambiar tu idea de ver el mundo y viaja a Marruecos!…”

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