El mal de altura en práctica continuada u ocasional de los llamados, deportes de altura, conlleva una serie de riesgos fisiológicos que exceden en ocasiones lo probable, para adentrarse en el terreno de lo posible, con todo lo que ello conlleva.
Qué es el mal de altura
El también llamado mal de montaña es una disfunción neurológica grave ocasionada según numerosos estudios por una exposición, más o menos continuada a grandes alturas que en ocasiones puede ser incluso mortal.
La repetición en el tiempo de ascensiones a extrema altitud, sin el aporte complementario de oxigeno, puede provocar lesiones cerebrales permanentes, derivados de una excesiva exposición hipóxica.
Pero lo que realmente llama la atención a los investigadores, es la inexistencia de lesiones de determinados pobladores de regiones a gran altitud, por ejemplo los Quechuas del altiplano Andino, estos sometidos a pruebas de presión hiperbárica en condiciones simuladas que doblaban la altura con respecto a su hábitat natural, resultaron inmunes al mal de altura o a modificaciones estructurales neurológicas.
Estudios sobre el mal agudo de montaña
En los casos de estas etnias, la aparición de dolor de cabeza por presión atmosférica y de otros síntomas negativos relacionados con la exposición a grandes alturas, era prácticamente nula, no detectándose cuadros neurológicos como, ataxias (descoordinación entre distintos miembros de nuestro cuerpo), hemiparesia (disminución de la fuerza motora o parálisis parcial en algún miembro) o diversas formas de edema cerebral. Los estudios realizados con los quechuas, demostraron así mismo, un hipometabolismo cerebral, relacionado con una mayor capacidad de adaptación defensiva frente a la hipoxia crónica
También varios estudios han podido comprobar cómo en algunas etnias asiáticas trasladadas a gran altura, conservaban a lo largo del tiempo unas mejores condiciones en las capacidades relacionadas con la concentración mental.
Es recomendable que incluyáis dentro de vuestro material de montaña unas pastillitas de edemox que os ayudarán en situaciones de riesgo.
Este tipo de estudios ponen de manifiesto la incidencia clínica en el ámbito neurológico, en alpinistas sometidos a distintas exposiciones a alturas muy contrastadas, nivel de la mar- alta montaña, en este último caso, sin aporte de oxigeno suplementario.
Al final, la correlación entre, las lesiones producidas, la cantidad de las mismas, su extensión, su gravedad, los tiempos de exposición en los distintos niveles de altitud, el último tiempo transcurrido desde la última exposición a extrema altitud, así como parámetros biológicos individuales (sexo, edad, talla, peso, hábitos tóxicos, entrenamiento físico), nos pueden ayudar a identificar un prototipo de persona con unos marcadores de mayor riesgo neurológico, lo que se traduce en una herramienta de ayuda para la medicina deportiva de altura.
Se trataría fundamentalmente, de elaborar unos protocolos de emergencia según la sintomatología y el perfil previamente diseñado del deportista en cuestión, algo que ayudaría bastante en la prevención de los problemas asociados a este tipo de deportes.