Un día cualquiera; de repente, en uno de esos momentos en los que los amigos sintonizan con una latente ilusión y como si de una travesura se tratara, surgió entre nosotros una reacción que hizo palpitar el deseo de emprender una aventura; la de intentar llegar al techo de Europa occidental en los Alpes Franceses: el Montblanc con sus 4.807 m.
Nos encontrábamos juntos dos amigos de Palencia aficionados a la montaña que teníamos posibilidad de realizarlo al disponer en breve de días libres suficientes. Un intercambio de miradas de complicidad comenzó a otorgar realismo a esa ilusión. Eso fue el día 10 de Julio de 1.995. Por la noche después de ir a nuestro club de montaña ( Fuentes Carrionas ) para informarnos y recopilar bibliografía sobre el tema, nos sentamos en una terraza para estudiar la ruta y nuestras posibilidades. A las 12 de la noche tomamos en firme la decisión. Un conocido que pasaba por allí aficionado a los toros, al percatarse de lo que pretendíamos hacer, nos bendijo como a los toreros diciendo: ¡ Que Dios reparta suerte !.
Somos aficionados al deporte de aventura en la naturaleza. El montañismo cumple esas condiciones. Nos gusta hacerlo sin grandes peligros, ascender lo que se pueda sintiéndonos sobre el suelo aunque sea empinado más que colgados en una pared. Nos resulta maravillosa la sensación de estar en las cumbres, desde las cuales se disfruta de un punto de vista amplio e insólito de un trocito de nuestro planeta. Al llegar a una cima de alta montaña, se experimentan sensaciones muy agradables por hallarse envuelto entre tanta belleza. La emoción también es considerable y directamente proporcional al deseo engendrado de estar allí. Asimismo cuenta la satisfacción personal de haber superado «con permiso de la montaña» las dificultades y peligros que la naturaleza coloca en un territorio regido por sus leyes y vedado por regla general a la morada del hombre.
Al recorrer esos parajes satisfacemos nuestro instinto salvaje de avanzar con el esfuerzo del cuerpo y la voluntad del espíritu en un lugar en el que todo está dispuesto tal como la naturaleza lo ha creado, sin alterar por la mano del hombre.
A pesar de que sean cimas muchas veces pisadas, se sigue complaciendo una vez más ese afán de conquista y de hazaña personal. Cada vez que se hace cumbre se cumple un sueño. Por todo, a pesar del riesgo asumido y de que cueste arrastrar el cuerpo para estar un poco más cerca del cielo, el que escala una montaña lo hace además de porque está ahí, por puro placer.
Preparando el viaje hacia el MontBlanc
Lo primero de todo fue calcular el tiempo que necesitábamos para realizarlo sin precipitación. Estimamos que nos duraría nueve o diez días, pero podríamos dejar un margen de otros tres por si el mal tiempo nos hacía esperar.
- No disponíamos de todo el material necesario que se requiere para ascender sobre nieve, por lo tanto aprovecharíamos el paso por Andorra para ahorrarnos un poco de dinero. Intentamos hacer reserva en dos refugios de la zona con tres semanas de anticipación pero sólo conseguimos plaza en el primero dejando a la suerte la posibilidad de encontrar al menos un trozo de suelo dentro del segundo a 3.863 m. cuando llegáramos.
- Por si surgiera algún problema en las alturas, solicitamos en nuestro club la licencia federativa internacional de montañismo con lo cual dispondríamos de un seguro de accidentes que también cubriría un viaje en helicóptero gratis a cambio de romperse algún hueso o algo así. Afortunadamente no montamos en él.
- Pocos días antes de salir nos enteramos de malas noticias en el macizo del Montblanc. Unos españoles habían fallecido bajo toneladas de hielo desprendido del glaciar de Bossons. Dos compañeros de nuestro club estaban hospitalizados en Chamonix con lesiones producidas por caídas de piedras, afortunadamente no fue grave. Esto nos impresionó y aumentó más el respeto que tenemos a las montañas que pronto veríamos.
Material necesario para la subida
Además del equipo normal que se requiere en una travesía larga, es necesario material de ascensión invernal:
- anorax
- pantalones de abrigo
- pasamontañas
- guantes
- gafas de sol adecuadas
- guetres
- crampones
- piolet
- arnés o boudriel
- cuerda de 9 mm
- casco.
Aconsejando además subirse un buen saco de dormir, funda de vivac y aislante por si en el refugio no nos hicieran un sitio o algo nos impidiera continuar en un momento dado.
Otros requerimientos
Los que se aprenden por la experiencia de haber desgastado botas. Además, se debe dominar la técnica de caminar en pendientes de nieve dura y hielo. Esto se puede aprender por medio de algún cursillo de alpinismo que de vez en cuando suelen impartir en el Club de Montaña o bien ir con alguien que conozca el tema y te pueda enseñar. En Chamonix se pueden contratar guías que te ayudan a ascender enseñándote la técnica previamente, pero por lo que cobran te podrían subir a cuestas.
- Valor:Se le supone; has de ser capaz de caminar por un bordillo de la acera 100 m. seguidos cargado con una mochila de unos 15 Kg. sin perder el equilibrio e imaginándote un precipicio de 300 m. a cada lado. Es broma, la arista final tiene casi medio metro de ancha. Sin miedo se pasa.
- Salud: Estar en forma. Si eres capaz de subir y bajar el Curavacas o el Espigüete (nuestras montañas Palentinas más altas) sintiéndote capaz de repetirlo de nuevo en ese momento (no es necesario hacerlo 🙂 🙂 , o subirte al monte «El viejo» corriendo sin parar encontrándote bien al final, todo ello sin que te riñan los médicos, estás preparado físicamente para afrontar la subida al Montblanc; y la bajada. Conviene haberse probado en una marcha de larga duración de al menos 12 horas.
- Dinero: Si ya tienes el equipo, con 1000 €. se puede hacer de sobra, compartiendo coche dos personas.
- Amor: Estar algo colado por la montaña.
Sobre Chamonix
Está situado en territorio Francés cerca de la frontera con Italia y Suiza. En la era Cuaternaria, el lugar donde ahora se asienta Chamonix estaba cubierto por un glaciar de unos 1.000 m. de espesor. Disfruta de una situación¢n estratégica‚ y privilegiada, el clima es sano y posee una inmensa belleza natural lo cual ha hecho que desde el siglo XVIII haya afluencia turística.
Hay actividades de naturaleza para todos los niveles, desde un simple paseo por alguna de sus altas rutas hasta la escalada de sus cumbres y paredes de roca; pasando por la aérea aventura de montar en parapente o en helicóptero. Tiene además abundantes instalaciones de teleféricos y trenes cremallera para acceder a altas cotas sin esfuerzo físico, simplemente con el anorax, la cámara de fotos colgada del cuello y una buena provisión de francos. Allí se construyó en 1.954 el teleférico m s alto del mundo que sube desde 1.036 m. a 3.842 m.