Cuando deportes de montaña hemos de recordar que se ha de hacer con respeto a terceros. En el caso de la montaña esto es aún, si cabe, más importante, ya que un elemento de esta actividad deportiva tiene que ver con disfrutar del entorno, en especial de la experiencia de la cima.
Algunos montañeros se olvidan de ello y nos hacen “disfrutar” de sus actos, algunos de forma temporal otras de forma permanente, en la montaña. El ejemplo de cómo afectar a terceros en la montaña es llenarla de símbolos permanentes. Hace unos años estalló una polémica sobre una campaña para llenar de cruces la sierra de Guadarrama. Esta polémica no es nueva, y no solo ocurre en Madrid, y no sólo la han provocado gente con motivación religiosa.
La simbología de las cimas de las montañas
Las cimas tienen una gran simbología, algunas de ellas son emblemáticas. Colocar la bandera X, el símbolo religioso Y o el mamotreto artístico Z es bastante tentador. No sólo porque podrían verse de muy lejos (aunque es un mito, muchas cimas están bastante escondidas entre las montañas y no se ven hasta estar muy próximo a ellas), sino por la magia que tiene la cima en el imaginario humano.
El problema es que los símbolos que me pueden gustar a mí a otro no, sea ese símbolo religioso, político, artístico o deportivo. Incluso gustándome ese símbolo es posible que no lo quiera en las cimas.
El respeto por el resto de montañeros debería implicar que yo me puedo hacer la foto con los símbolos que quiera, pero no tengo porqué obligar a otros a que su experiencia de la cima tenga que aguantarlos.
Vértices geodésicos y cruces
Lo de respetar a terceros es algo moderno, durante años las montañas comenzaron a llenarse de cruces a la vez que de feos vértices geodésicos (que pueden justificarse por su utilidad práctica, aunque hace años que han quedado obsoletos), vírgenes y otras figuras religiosas, mástiles de bandera y elementos más creativos (como la extraña pirámide metálica del Jebel Tubkal en el Atlas).
Hay de todo. Cuevas escavadas casi en la cima del Vignemale, vírgenes en lugares casi increíbles, pequeños laberintos de piedra, placas de cemento y metal conmemorativas, estatuas de piolets de metal y hasta estelas mortuorias.
Hoy en día hay símbolos (cruces, pirámides, vírgenes, columnas de hitos de piedra, vértices geodésicos, mástiles, etc…) que se consideran “históricos” y que ya forman parte de la simbología de la cima. Pero aún así estos no están exentos de polémica y conflictos.
La cima del Aneto como ejemplo de simbolología
Existe la famosa lucha entre los defensores de la cruz de aluminio catalana en el Aneto (derribada supuestamente por una tormenta y que fue repuesta) y la Pilarica aragonesa, símbolo que repetidas veces ha sido arrojado al vacío y decapitado, por mucho que se consideran, por razones históricas como “propios” de la cima. Lo de la pugna catalano-aragonesa en el Aneto no es la única.
La virgen del Cavall Bernat en Montserrat ha tenido que ser atornillada para evitar que la volvieran a arrojar al vacío, y en el Naranjo de Bulmes la Guardia Civil de montaña volvió a subir, atornillar y pegar, la virgen que estaba en su cima y que luego fue arrojada también al vacío por unos escaladores anónimos .
Algunos símbolos tienen utilidad práctica, el enorme piolet de 2 metros de la cima de la Fossa del Gegant permiten ubicar el punto más alto en una pequeña planicie a más de 2.800 metros en los que cuesta ubicarla y las nueve cruces próximas permiten encontrar el collado del mismo nombre, de descenso hacia Núria. Pero son los mínimos.
Las cimas con cruces y símbolos de todo tipo son legión. Casi toda cima con un poco de tradición tiene algo en su cima. Y no hablo de elementos más temporales como un hito que marca el punto más alto (en algunos casos, de cimas con más de una punta algo necesario).
Has de subir cimas más complicadas, fuera de los circuitos más trillados o secundarias para ver una cima pelada, sin más que sus elementos naturales, piedra, roca, nieve, hielo o algo de tierra y vegetación. Nada más.
Además existen cimas que están “sacrificadas” por ser muy simbólicas, sea el Pedraforca por su simbología tradicional, el Canigó y la tonelada de leña cada Junio para poder quemar su famos “flama” de Sant Joan, la Pica d’Estats por ser símbolo del soberanismo catalán o el Matagalls y su enorme cruz a la que se le hace romería cada año. Y los catalanes no sonlos únicos en dedicar cimas a la simbología o a romerías.
Más simbolos en las cumbres
Querer extender la simbología al resto de cimas y plagar de símbolos todas las montañas, todos tenemos nuestras manías, yo la mía, mis símbolos son de quita y pon. Voy con ellos, me hago la foto con ellos y los bajo.
Hay quien carga con peluches, banderas y hasta gigantes. Cada navidad centenares (literal) de cimas del pirineo se llenan de belenes. Algunos de ellos son recogidos por quienes lo hayan subido, otros no… y están todo el año, hasta que alguien se harta y los arroja al vacío o lo lleva a reciclar. La lógica de la montaña de que lo que sube contigo ha de bajar es la que debería imperar.
Creo que quien quiere su símbolo ya hay montañas totalmente sacrificadas a ellos. Especialmente las cruces tienen una enorme presencia en cimas, no hacen falta más.
Igual que no hace falta cargar más símbolos en las montañas que ya lo tienen (como un enorme mástil de más de 4 metros que unos chalados instalaron en la Pica d’Estats y que les duró dos semanas).
Si subes tu bandera, recógela, si subes tu camiseta del equipo de fútbol favorito, bájala, si subes tu ristra de banderas tibetanas, bájala, si subes tu belén, si subes tu material bájalo, si subes tu chiringuito de cata de vinos, bájalo. No hace falta seguir cargando las cimas de cruces, palos, mástiles, banderas.. más o menos permanente.
Si quieres hacerte una foto con un símbolo permanente de tu religión, creencia o idelogía seguro que hay una cima que ya lo tiene. Bastante hemos humanizado las cimas, bastante las hemos alterado y transformado la experiencia de montaña de terceros que no han de compartir nuestra religión, ideología o simbología como para seguir haciéndolo.
Tus símbolos son tuyos, no del resto, y la experiencia deportiva de la montaña no ha de incluir que tenga que transigir en todas y cada una de mis ascensiones el tener que tragar con tus símbolos.
Muchas veces en la montaña, como en toda actividad humana y como en todo deporte, todo parte del respeto por el resto. La montaña no está exento de los problemas que tienen otros deportes, como el fútbol, donde la simbología nos hace olvidar el respeto por el otro.