En una de mis ascensiones cuando regresaba del Campo Base del Huascarán, tuve el privilegio de un singular honor, que deseo compartir. Resulta que el día de aquel, 3 de agosto, se cumplieron 50 años de la primera ascensión al Huascarán.
Este hecho es muy particular dadas las condiciones de esta cumbre porque el Huascarán es la cumbre tropical más alta del mundo, por lo que los científicos estudian la formación y el movimiento de los glaciares es muy estudiada.
La historia de la ascensión al Nevado Huascarán
El Huascarán fue estudiado desde principios del siglo XIX, porque un grupo de geólogos peruanos y Austriacos predijeron el peligro de aluviones muy peligrosos. En 1968 y en 1970, se produjeron las avalanchas aluviónicas más grandes y desastrosas que han habido en la historia del Perú.
En 1970 hubo un fuerte terremoto, que provocó que de la cumbre norte del Huascarán cayera una gran parte de la pared y ese derrumbe alcanzó en menos de 4 minutos a la población de Yungay, a una velocidad de 300 kilómetros por hora, matando a más de 12 mil personas.
Los únicos (pocos) que se salvaron fueron los que buscaron refugio al pie del Cristo de Yungay, que no tuvo daño alguno y que sigue ahí, como testimonio de lo que vio.
Dado estos acontecimientos, por muchos años se intentó alcanzar la cumbre de este nevado, por glaciólogos y geólogos, que además de la aventura de ascenderlo querian estudiarlo. Hicieron una cuidadosa ruta que por varios años los llevó a conquistar su cima, unos meses después de que se hubiera logrado el Everest.
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La celebración del 50 aniversario de su subida
Me invitaron a estar en el palacio de gobierno de Huaraz, Departamento de Ancash, me encontré al Ing. Cesar Morales Arnao. Un hombre enjunto, con traje y muy formal, unos 70 años, que fue uno de los expedicionarios de aquel evento. Me invitó a una recepción privada, por la tarde, donde se conmemoraba este evento, y a la inauguración de una exposición de fotos inéditas y originales de aquella época.
Fotos de aquellos montañistas austriacos y peruanos, que en conjunto hicieron mapas topográficos de toda la zona (mismos que se usan aún hoy en día), que rodearon y acecharon la montaña por años.
La documentaron. Revisaron cada piedra, cada trozo de hielo, cada laguna, antes de remontarse a sus morrenas y a sus zonas de seracs. Con los ojos humedecidos por la emoción, escuché sus recuerdos. De la fiesta de regreso, del miedo antes de partir. El mal de montaña, la comida.
Miré la cuerda que usaron para ascender (de algodón), sus piolets y crampones. La ropa de lana, pesadísima. Montañistas formales, estudiosos, serios y disciplinados. Totalmente contrastantes con la bulla de escaladores caminando en la calle de afuera, buscando un bar donde beber cerveza y hacer escándalo, ignorando la ceremonia tan discreta pero tan solemne que había en ese momento.
En el segundo piso de la «municipalidad» de Ancash, queda esta exposición, con varios objetos que relatan una hermosa historia de la gente que ha estudiado la Cordillera Blanca. Me hablaron de los aludes morrénicos, de las lagunas, del movimiento de los glaciares. Los ancianos ya, se burlaban de la NASA, que hace unos meses predijo que Huaraz desaparecería por riesgo de la caída de la cornisa de el nevado Ishinca, que haría un alud «peor» que el del setenta.
Me mostraron fotos que ellos tomaron, mostrando como desde hace años habían secado algunas lagunas, drenándolas, creando diques morrénicos que al parecer no habían visto en los satélites. Y que simplemente evitarían un alud (por lo menos en esa zona).
Muy seguros de su conocimiento, de su experiencia y sus años caminando en la montañas, es imponente la sensación de seguridad que hacen sentir.
Fuera de la municipalidad, hay un discreto periódico mural que conmemora el evento. Muy pocos se detienen a leerlo.
Si uno quiere hacer montañismo, nunca se debe olvidar el enorme legado que personas así nos dejan. Ahora se puede escalar el Huascarán en menos de 24 horas. No es porque sea más fácil, ni porque seamos mejores, ni más altos, ni más fuertes, que esos ancianos. Es porque ellos nos han abierto huella.
Con todo mi respeto.