La fractura de escafoides suele ser una de las lesiones de escalada más comunes, sobre todo en la mano, que al apoyar para evitar la caída soporta una gran presión.
¿Qué son los escafoides?
Este pequeño hueso cuyo nombre procede del griego (skaphé, barca y éidos, forma) que se encuentra en la parte externa de la muñeca (lado del pulgar) en la zona de flexión y articula con muchos huesos de la muñeca y antebrazo: radio, semilunar, hueso grande, trapezoide y trapecio.
Es el hueso que más se fractura en el carpo, y el segundo que más se fractura en la muñeca después del radio. El mecanismo de lesión más habitual es la caída sobre la mano abierta en la que todo el peso y fuerza del impacto caen sobre esa zona y generalmente lleva la mano a una flexión de forma violenta.
Otros mecanismos de producción son los impactos alguna piedra que cae sobre las manos de los porteros de fútbol, son menos frecuentes pero también se pueden dar casos. En general afectan a población de todo tipo de edades, especialmente a deportistas como los escaladores, sobre todo si no revisas la seguridad y buen estado de tu material de escalada. El peor pronóstico corresponde generalmente a las personas de mayor edad.
Diacnóstico de la rotura de escafoides en escaladores
La particularidad de esta fractura es que no es fácil de diagnosticar y que no es necesario que el impacto sea muy fuerte para producirse. No es raro que al lesionado se le realicen radiografías en las horas posteriores a la lesión y la integridad de los huesos sea aparentemente buena.
Los síntomas que sufre el lesionado son: dolor en la zona externa de la muñeca que aumenta con la palpación, incapacidad para agarrar objetos, inflamación, entumecimiento y hematoma.
Todos estos signos no son demasiado específicos, y se debe cuidar mucho el diagnóstico en estas fracturas porque pueden pasar inadvertidas tanto por el afectado como por los sanitarios.
En caso de que no se aprecie nada en las radiografías, que deben tomarse en diferentes perspectivas, se deberían volver a realizar pasados unos días a ver si la situación ha cambiado.
Habitualmente se pauta la colocación de una férula de inmovilización aunque no aparezcan signos de rotura en las radiografías iniciales. En los casos más complejos sería interesante el uso de resonancia magnética para confirmar el estado del hueso.
Una característica que afecta a los huesos de la muñeca, pero sobre todo al escafoides, es la débil irrigación sanguínea que condiciona la evolución lenta en la consolidación de la fractura y habitual presencia de complicaciones, como la necrosis del hueso o la osteoartritis que generan dolor y limitación del rango de movimiento.
Si la fractura es más grave, el tratamiento quirúrgico con placas o tornillos de fijación es la solución más frecuente. Incluso si fuese necesario, se podrían utilizar injertos óseos tomados habitualmente del propio antebrazo.
Es una lesión en la que es difícil establecer el tiempo de convalecencia por el hecho de que es una fractura de consolidación lenta, a diferencia de otros huesos más grandes y mejor irrigados que se regenerarán con más rapidez.
La recuperación de la lesión
Para la recuperación funcional, es importante no cargar objetos pesados y evitar actividades que impliquen el riesgo de volver a caer sobre la muñeca lesionada. Se pueden hacer deporte al aire libre, pero siempre teniendo en cuenta no cargar la zona afectada.
Durante la inmovilización se debe mantener el movimiento de los dedos (para evitar rigideces innecesarias y mejorar irrigación) y realizar contracciones musculares. Después este periodo que puede prolongarse hasta los dos meses en algunos casos, es frecuente que la zona esté muy rígida y es necesaria fisioterapia manual para recuperar el rango óptimo de movimiento así como la fuerza.
En resumen, es una lesión habitual pero compleja sobre la que el diagnóstico es fundamental así como supervisar la evolución para prevenir las indeseables complicaciones.